Pensar Nuevamente en “la Hora del Círculo”

por Maurice Belote, Coordinador del Proyecto CDBS


¿Qué es lo que provoca tanta consternación entre los educadores sobre los niños que son sordo-ciegos y “la hora del círculo”?  En los mejores momentos, “la hora del círculo” puede ser una herramienta positiva para desarrollar la consciencia social, las habilidades de comunicación y un sentido de interrelación entre compañeros, pero también puede absorber la energía de los miembros del equipo que están intentando incluir a niños que son sordo-ciegos en esta actividad tradicional que ocurre en la mayoría de los salones de clase en algún momento durante el día escolar.

"La hora del círculo" parece ser una parte más o menos típica del programa de la mayoría de las escuelas preescolares, y también es una actividad con la misma importancia en la mayoría de las clases especiales de día—sin importar la edad de los estudiantes.  En educación general, el concepto de “la hora del círculo” por la mañana todavía existe, aunque toma otras formas cuando los alumnos son mayores.  En la escuela primaria, posiblemente es el momento de hablar sobre el horario del día, dar información sobre los próximos eventos del salón de clase y sobre las noticias locales y mundiales relevantes, compartir experiencias, etc.  El día de instrucción de muchas escuelas secundarias y preparatorias empieza con una clase en la cual los alumnos oyen anuncios sobre las actividades extra-escolares tales como juegos deportivos, bailes, actividades para reunir fondos, etc.  En general, este es un momento muy motivante para los estudiantes de preparatoria, ya que esta es la edad cuando muchos alumnos llegan a tener más interés en los cursos electivos y las actividades extraescolares que en las áreas académicas tradicionales.

La mayoría de las actividades de “la hora del círculo” se enfocan en actividades visuales y auditivas (por ejemplo, saludos verbales, canciones y el uso de gráficas en la pared).  Por eso, muchos de los componentes de “la hora del círculo” tradicional pueden ser inaccesibles o confundir completamente al niño con pérdida de audición y visión.  Entonces, no debe sorprendernos que muchos niños sordo-ciegos “reprueben” la hora del círculo—negándose a sentarse tranquilamente, comportándose de tal manera que lo deben cambiar de la actividad, o simplemente él se niega a ir al área del círculo.

Mucho de lo que se hace en “la hora del círculo” tradicional no pertenece a los niños que son sordo-ciegos.  Por ejemplo, piense en un salón de clase preescolar en el cual la hora del círculo ocurre después de que los niños han bajado del autobús, han guardado sus mochilas, han usado el baño, han desayunado y se han lavado los dientes.  Después de haber pasado mucho tiempo con sus compañeros y maestros, todos se sientan en un círculo y se saludan el uno al otro, pero anteriormente todos ya se habían saludado “buenos días” cuando los niños llegaron a la escuela.  Piense en la situación tan incómoda que muchos conocen cuando un compañero de trabajo le dice “buenos días” por segunda vez en un día.  Dentro de la cultura de los saludos, solo se nos permite un “buenos días” por cada persona al día.  Se espera que cada interacción subsecuente incluya una nueva frase del menú de los diferentes saludos.

Los niños con un desarrollo típico de lenguaje posiblemente entenderán que esto es como un juego.  Decimos “buenos días” en el círculo porque nos gusta vernos el uno al otro y disfrutamos las respuestas verbales y no verbales que nuestros saludos provocan.  Otra actividad de la hora del círculo que algunos niños perciben correctamente como un juego es cuando les pedimos a los niños decirnos su nombre, pero esto es todavía más desconcertante para los niños que son sordo-ciegos.  ¿Puede Ud. imaginar lo que un niño que es sordo-ciego posiblemente iba a pensar cuando un adulto que lo conoce le pide su nombre?  Me imagino lo que debe de estar pensando, “Bueno, si no ha aprendido mi nombre después de tanto, me doy por vencido.”

Siempre debemos tomar en cuenta la correspondencia entre las edades de los niños y las actividades de “la hora del círculo”, y hacer las modificaciones y adaptaciones necesarias para que sean consistentes con lo que otros niños de la misma edad necesitan y quieren.  Si Ud. no está seguro de lo que les interesa a los niños de una edad en particular, solamente necesita preguntarles a algunos compañeros sin discapacidades, les dará mucho gusto compartir la lista de sus cantantes, películas, estaciones de radio, programas de televisión favoritos, etc.  Por ejemplo, puede ser una tradición cantar una canción de buenos días.  Que gusto le podría dar a un alumno con restos auditivos reconocer música que se toca en una asamblea de la escuela o en un baile porque ese alumno ha oído esta canción muchas veces durante el grupo de la mañana.  Si ocasionalmente el alumno usa los auxiliares auditivos o el implante coclear, este puede ser el momento en que el alumno acepte de buena gana el uso de esta tecnología de apoyo.

Con frecuencia, facilitar las interacciones entre compañeros requiere de planeación creativa para iniciar las interacciones, y “la hora del círculo” en la mañana ofrece muchas oportunidades para facilitarlas.  Por ejemplo, Ud. puede tomar en cuenta la posibilidad de darle al alumno que es sordo-ciego “poder” durante “la hora del círculo”.  Una manera de hacer esto es darle al niño que es sordo-ciego algo que los otros alumnos desean o necesitan.  Esto puede ser repartir los bocadillos, darle las llaves de la alacena de los bocadillos, monedas para las máquinas vendedoras, pases para el recreo, gafetes con los nombres u otras cosas importantes con las cuales el alumno puede tener la responsabilidad de distribuirlas a los otros niños.  Así, el alumno recibe apoyo a su auto-estima por ser responsable de algo importante y al mismo tiempo, se le está permitiendo tener interacciones con los otros alumnos, dándoles algo que necesitan.

Los niños que son sordo-ciegos deben entender el contexto de las actividades de “la hora del círculo” para que ellos puedan entender el sentido de lo que les están pidiendo.  Aplaudir o tocar las claves de ritmo no va a tener ningún significado especial para los alumnos que no pueden oír la música que los otros alumnos sí pueden oír.  Como maestros, nos sentimos bien cuando vemos a todos los alumnos participar.  El niño que es sordo-ciego posiblemente sería un participante pasivo en esta actividad debido a un acceso reducido o distorsionado del ambiente.  Otro desafío para crear el contexto para los niños que son sordo-ciegos es hacer las experiencias totalmente reales para que los niños puedan desarrollar sus propias experiencias de actividades reales con materiales reales.  Posiblemente no sea suficiente pedirle al niño abrazar un conejo de peluche mientras el grupo canta “Here Comes Peter Cottontail” ya que tanto la memoria visual como la experiencia generalmente son necesarias para que el niño haga la conexión entre un conejo real y el animal de peluche.

También es importante tomar en cuenta los problemas de audición y de visión.  Si las actividades de “la hora del círculo” son principalmente de una naturaleza visual y auditiva, estas actividades pierden la relevancia para el alumno que es sordo-ciego.  Entonces, la pregunta es: ¿Cuál es el beneficio para el niño que es sordo-ciego de participar en esta actividad?  A lo mejor sea posible incrementar la participación activa simplemente modificando el ambiente físico para maximizar la visión y la audición del alumno.  A continuación se encuentran unas posibles modificaciones al ambiente: mover al niño a un lugar diferente en el círculo, permitirle al niño usar una silla o aparato diferente para maximizar el control de la postura y la información que recibe de los sentidos, o permitirle al niño moverse más que los otros niños para poder acercarse a los materiales presentados.

El equipo educativo posiblemente decidirá que el niño que es sordo-ciego no tiene que quedarse con la clase durante todas las actividades de la hora del círculo, pero que puede participar en algunas de las actividades y algunas veces salir del grupo para hacer otras cosas.  Por ejemplo, una actividad típica de “la hora del círculo” es pasar lista a los compañeros de la clase y al personal presente, y a los que están ausentes.  Posiblemente se les pueda dar a cada niño y a cada miembro del personal de la clase un marcador táctil fijado a una tarjeta que también incluya el nombre y la foto del niño o adulto.  Todos los días, a “la hora del círculo”, se pueden separar estas tarjetas en dos grupos: el de los alumnos y personal presentes, y el de los ausentes.  Una vez que se reúna la información, el niño que es sordo-ciego puede llevar las tarjetas de los “ausentes” a la secretaria de asistencia en la oficina de la escuela.  De esta manera, no es una cuestión de si el niño participa en “la hora del círculo” o no, sino el asunto es que tanta participación es significativa para el niño y que partes de “la hora del círculo” se pueden reemplazar con actividades más relevantes.

Finalmente, es posible que se tenga que tomar en cuenta los asuntos de la velocidad de las actividades, y de tomar turnos para estar seguros de que los estudiantes participen activamente en las actividades de “la hora del círculo”.  Es posible que sea necesario reducir considerablemente el ritmo de toda la actividad para darle al alumno que es sordo-ciego el tiempo necesario para asimilar lo que está pasando y para que se prepare para cada componente de la actividad.  Mientras que la velocidad disminuye, parece una paradoja sugerir que algunas de las actividades de “la hora del círculo” posiblemente sean demasiado lentas para un alumno con visión y audición limitadas.  Piense sobre la toma de turnos que generalmente se requiere en las actividades del círculo, la manera en que los estudiantes siguen el orden de los turnos y la emoción que hay con la anticipación de su participación en cada actividad.  La actividad de tomar turnos es principalmente auditiva y visual.  Los alumnos con un desarrollo típico de la visión y audición observan o escuchan a los otros alumnos del grupo y usan este tiempo para prepararse mental y físicamente para su turno.  Sin acceso a esta información, puede no tener sentido para un niño que es sordo-ciego el pasar tanto tiempo esperando sentado tranquilamente cuando no es claro el por qué  de estos períodos de quietud, interrumpidos con lo que parecen momentos de actividad al azar.


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Email del autor: mbelote@sfsu.edu

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